La emancipación de los jóvenes
La emancipación de los jóvenes cae a un 14,8%
Debido a la subida constante de los alquileres la emancipación de los jóvenes ha caído a un 14,8% llegando así a su mínimo histórico desde 2006. Este dato, publicado por el Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud de España (CJE) refleja una realidad crítica e insostenible para los jóvenes españoles.
A pesar de la reforma laboral y las seguidas subidas del Salario Mínimo Interprofesional (SMI), la subida ininterrumpida de los alquileres supone el mayor obstáculo para el principal objetivo de la juventud, es decir, su propia independencia. Tomar un alquiler supone destinar más del 100% neto del salario anual, una situación que trunca el sueño de emanciparse.
La vivienda mediana en España ha alcanzado un precio de alquiler de 1.072 euros mensuales, suponiendo un aumento del 13,6% respecto al año anterior. corroborando esta caída histórica descrita por el CJE. en contraste, el precio de los alquileres ha subido un 54% desde 2008, mientras que el salario de los jóvenes solo un 10.8% dejando ver una brecha bastante amplia entre ingresos y coste de vivienda.
Todo esto sin mencionar las intenciones de propietarios de dichos alquileres que los destinan principalmente para el turismo. Proponiendo un precio todavía lejos de dar beneficios de vida a los jóvenes e incluso a los no tan jóvenes exclusivamente en temporada escolar, y si quieren tener una posibilidad de alquiler anual el precio se dispara considerablemente haciendo todo mucho más complicado para poder independizarse o poder vivir en un espacio acorde a lo que se necesita.
Pero esta situación se extiende más allá de la vivienda, ya que el 30% de los jóvenes españoles se encuentra en riesgo de pobreza o exclusión social, incluso dentro de los que tienen un empleo, dejando claro que el tener trabajo no te garantiza seguridad ni estabilidad económica.
Tampoco nos podemos olvidar de la situación laboral actual, aun gracias a lo comentado anteriormente sobre la reforma laboral y la subida de salario mínimo. Los jóvenes encuentran dificultad a la hora de encontrar empleo.
El paro juvenil tiene la tasa más alta de la Unión Europea, la pregunta que se hacen muchos es por qué ocurre esto. Se supone que estos jóvenes tienen una formación más completa comparada con generaciones anteriores, aun así, hay evidencias de que hoy día las oportunidades económicas y laborales son mucho peores que en tiempos anteriores.
Estos jóvenes se ven atrapados en contratos temporales, trabajos a tiempo parcial o empleos con salarios bajos que no reflejan el costo de vida. Según datos del Ministerio de Trabajo, alrededor del 40% de los contratos de los jóvenes son temporales, lo que contribuya a la inestabilidad laboral. Esto puede deberse a varios factores, como la alta competencia en el mercado laboral y la falta de experiencia, lo que lleva a las empresas a ofrecer condiciones menos favorables.
Además, muchos jóvenes se encuentran en situaciones de inestabilidad, donde no tiene acceso a beneficios como seguro de salud, vacaciones pagadas o planes de pensiones. Esto no solo afecta a su bienestar económico, sino también a su salud mental y su capacidad para planificar a largo plazo.
La precariedad laboral también puede estar relacionada con la falta de oportunidades de formación y desarrollo profesional. Muchos jóvenes aceptan trabajos que no están relacionados con sus estudios o aspiraciones, lo que puede llevar a una situación de frustración y desmotivación.
Jóvenes con gran formación o incluso con formación estándar, deciden migrar a otros países. Ya sea porque el salario en el extranjero es mucho más atractivo que en España, por aprender idiomas o por tener una experiencia notoria en vistas al futuro.
Todas estas situaciones provocan una queja constante en los jóvenes españoles que deciden buscar sí o sí una oportunidad en su país de procedencia, ya que por mucho que se manifiesten, pocos son los que los escuchan.
En conclusión, España afronta un grave problema en materia de accesibilidad a la vivienda de las generaciones más jóvenes. Este colectivo, a pesar de ser el más formado de nuestra historia, exhibe numerosas dificultades para acceder a una vivienda en propiedad o alquiler debido a unos salarios estancados; una competencia creciente de compradores internacionales; una oferta limitada y unos precios al alza.
Este problema no está acotado únicamente a este colectivo, sino que genera repercusiones para el conjunto de la sociedad. El hecho de que los jóvenes retrasen su edad de emancipación se refleja en un retraso en la edad a la que las mujeres tienen su primer hijo, y limita el número total de nacimientos, lo que ayuda a entender por qué las españolas son las segundas mujeres europeas que menos hijos tienen. La crisis de natalidad tendrá su reflejo en la cohesión intergeneracional, pilar sobre el que se asientan numerosas políticas públicas, entre otras el Sistema de Seguridad Social.
A su vez, que las generaciones más jóvenes, con menos recursos, destinen al pago de sus alquileres una creciente parte de sus ingresos incrementa la desigualdad, en tanto que la renta fluye desde colectivos más vulnerables hacia grupos más acomodados (propietarios), Tampoco es bueno para la demanda agregada que una creciente parte de la renta se destine al pago de la vivienda, en detrimento del ahorro o del consumo de otros bienes y servicios con mayores efectos de arrastre sobre la economía real.
La evolución de estos problemas dependerá, en gran medida, de cómo se comporten en los próximos años el mercado de la vivienda laboral. Aunque las Administraciones públicas están impulsando medidas para intentar frenar la escalada de precios, así como para aliviar el esfuerzo económico de la vivienda en ciertos colectivos, la eficacia de estas políticas no es clara y sus resultados deben ser aún evaluados.
Para revertir esta situación, es necesario impulsar políticas públicas basadas en evidencia que fomenten la creación de empleo de calidad, la estabilidad de las condiciones de trabajo y la accesibilidad a la vivienda, especialmente en las grandes ciudades donde se concentra la demanda juvenil. Solo así se podrá garantizar que los jóvenes puedan desarrollar plenamente su potencial humano y social, y contribuir al crecimiento económico y al bienestar colectivo del país.
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